¿Eres consciente de lo que dices y cómo lo dices? Tal vez cuando te preparas para una presentación o quieres impresionar a alguien que te importa, eliges tus palabras con cuidado y decides mostrar tu cara más amable. Pero admítelo, la mayoría de las veces, no prestas mucha atención a la energía que infundes a tus palabras, el tono de tu voz, o cómo afectará a los demás la expresión de tu ira, o los gritos a tus hijos o pareja. Es muy común el no darnos cuenta de lo que expresamos a través de nuestras palabras. Hablar con Amor significa tomar conciencia de lo que dices y elegir a propósito palabras que creen esperanza, confianza, alegría y Amor. Mañana, dile algo agradable a alguien, pero no por obligación, para quedar bien o animar a la otra persona, o con la intención motivar a un empleado. Dilo porque lo sientes. Porque estas palabras que estás pronunciando provienen de tu corazón y son parte de tu naturaleza. Recuerda que es gratis agregar un poco más de Amor a tus palabras. Escucha de verdad, y ofrece tu presencia a aquella persona con quien estás. Sé todo oídos. Escucha con compasión. Puedes terminar con el sufrimiento de alguien simplemente escuchándolo profundamente. No necesitas resolver sus problemas; con solo estar plenamente presente, la persona que está contigo se sentirá reconfortada y más fuerte que antes. Ofrece calma y energía amorosa en cada conversación que tengas, y verás una reacción totalmente diferente de aquellos con quienes interactúas. Enfatiza lo bueno, lo positivo y lo edificante cuando hables con tus hijos, pareja, amigos o colegas de trabajo. Cada vez que abres la boca, tienes la oportunidad de transformar quién eres y el mundo que te rodea. ¡Imagina cuántas oportunidades tienes todos los días! Selecciona tus palabras con cuidado para asegurarte de no crear discordia, separación, ira, o división entre grupos o comunidades. Date cuenta cuando juzgas, criticas, o chismorreas solo porque siempre lo has hecho y todos a tu alrededor también lo hacen. Tal vez todos deberíamos hablar menos y escuchar más. Habla con atención. Todo tu cuerpo habla. Tu estado de relajación, tu presencia, tu mirada y lo que expresan tus ojos, son parte de lo que dices y cómo escuchas. Tal vez creas que la gente solo recibe lo que dices, pero no es así. Mucha gente puede leer tu energía. Los niños, especialmente los más pequeños, lo hacen todo el tiempo. Saben si estás feliz o triste, estresado o tranquilo. Puede que no entiendan las palabras, pero saben lo que existe en tu corazón. Se han escrito muchos libros sobre el lenguaje corporal. Puedes mentir, pero no puedes evitar que tu cuerpo diga la verdad sobre tu ser. Tienes que encarnar lo que dices, o no funcionará. No puedes decir: "Cariño, te amo" si tus palabras están vacías y estás fingiendo. Tienes que sentir el Amor; necesitas tenerlo dentro de ti para darlo de verdad. Convirtámonos en Amor y compartámoslo con el mundo entero. ¿Practicamos? Empiezo yo: Te mando mucho Amor. ¡Te lo mereces! "Se Impecable con tus palabras. Habla con integridad. Di sólo lo que quieres decir. Evita usar la palabra para hablar mal de ti o para chismear sobre los demás. Usa el poder de
tu palabra en la dirección de la verdad y el Amor" Don Miguel Ruiz
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Cada una de las experiencias que vives durante tu día es una oportunidad para elegir el Amor. Cómo actúas en cada momento importa. No te centres en las grandes ocasiones; date cuenta de los pequeños momentos de tu vida en los que reaccionas con ira o pierdes los estribos, cuando alguien dice o hace algo que desencadena una reacción instantánea en ti. Cuando te encuentres en uno de estos momentos, pregúntate: ¿por qué estoy reaccionando de esta manera ahora? La respuesta podría ser que estás tomando lo que la otra persona dice o hace como algo personal. Pero lo que la gente hace, sus actos o interacciones contigo, muestran quiénes son y lo que piensan, y no tienen nada que ver con quién eres tú. A lo largo de tu vida, es posible que hayas aprendido a tomarte las cosas personalmente, a interpretar las interacciones con los demás como "cosas que otros me hacen". Pero en realidad no te hacen nada a ti, se lo hacen a sí mismos. El otro día tuve un encuentro incómodo con la persona en el mostrador de seguridad de mi edificio. Me dijo algo en mal tono, fue desagradable. Era tarde y yo estaba cansada. La respuesta que le di fue en el mismo mal tono que ella había usado al dirigirse a mí. Ella desencadenó algo en mi interior. Pero lo que sucedió no es tan importante como la oportunidad que perdí de elegir el Amor, de responderle con calma y cortesía, de una manera amorosa. Olvidé que su comportamiento tenía que ver totalmente con ella, con su mal humor, o tal vez con su forma de ser. No tenía nada que ver conmigo. No te fijes en lo que hacen los demás; date cuenta de lo que sientes cuando otros hacen algo. Recuerda que nadie es capaz de hacerte pensar o sentir nada; solo tú puedes hacerlo. Observa lo que piensas y sientes en ese momento, y pregúntate: ¿Por qué estoy sintiendo esto ahora? Puede parecerte un desafío preguntártelo mientras estás en la experiencia, pero inténtalo de todos modos, o hazlo en otro momento. Date cuenta de lo que está sucediendo en tu interior. Cuando te observas y tomas conciencia de tus reacciones sin culpar a los demás, descubres cosas sumamente valiosas sobre ti, como patrones de pensamiento o comportamiento. Tal vez siempre han estado ahí, pero nunca los viste antes. Es posible que recuerdes situaciones similares que viviste en el pasado en las que reaccionaste de la misma manera, o te des cuenta de que la relación con cierto tipo de personas siempre ha sido un desafío para ti. Cuando me pregunté por qué reaccioné como lo hice con la persona de seguridad, noté que tenía algo que ver con mi opinión sobre las figuras de autoridad y el abuso de poder. También me di cuenta de que me sentí infravalorada al ser tratada de una manera que yo consideraba una falta de respeto. Todo esto no tiene que ver con ella sino conmigo y con cómo yo veo el mundo y a mí misma. Ella tocó múltiples teclas en mi interior. Pero ninguna de ellas es una razón para no elegir la paz, el Amor y la armonía. El Amor es un estado del ser, no algo que decides compartir con algunas personas y no con otras. Eres Amor, y puedes demostrarlo dondequiera que vayas, en el supermercado, en el trabajo, en la oficina de correos, en el gimnasio o con tu familia y amigos. Decide no tomarte las cosas personalmente; hazlo porque te amas. Permita que otros tomen sus propias decisiones. No es tu tarea juzgarlos. Si deseas que exista más Amor en el mundo, pon más Amor en tu vida y en la de los que te rodean. No pidas a los demás que sean amorosos. Ofrece tú el Amor que deseas. Exprésate, di lo que quieras decir, deja claro lo que consideras inaceptable, o establece límites. Pero hazlo sin responder a una agresión con otra agresión, la ira con más ira y falta de amabilidad con mayor falta de amabilidad. El mundo en el que vivimos puede ser transformado si decides transformarte a ti. Siempre estamos esperando a que las cosas cambien, pero tú eres el agente del cambio. En cada momento de tu vida puedes escoger; elige siempre el Amor. El tipo de Amor que incluye paz, amabilidad, armonía, equilibrio, conciencia, comprensión, paciencia y perdón. Elige el Amor en acción. "Las personas que más me inspiran son aquellas que están dispuestas a ver el mundo desde una perspectiva amorosa. Personas que perciben los obstáculos como oportunidades y los problemas como tareas espirituales. Las personas que eligen el Amor"
Gabrielle Bernstein |
Autora
Judith Costa es Coach de Amor Incondicional, creadora de cursos, escritora y conferenciante. Posee un Máster en Psicología y Psicoterapia y un MBA. Es consultora certificada y profesora de Registros Akáshicos, terapeuta de vidas pasadas y entrenadora de felicidad certificada. Ayuda a sus clientes a amarse a si mismos, a manifestar la relación que desean, y la vida que merecen. Archivos
May 2023
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